A 100 años del nacimiento de Cornelius Castoriadis

(11 de marzo de 1922 – 11 de marzo de 2022)

María Eugenia Cisneros Araujo

Candidato a Doctor en Filosofía (Universidad Simón Bolívar), M.Sc. en Filosofía y Ciencias Humanas (Universidad Central de Venezuela), Abogado (UCV), Lic. en Estudios Internacionales (UCV), Lic. en Filosofía (UCV), Instituto de Investigaciones Literarias-UCV.

Semblanza de Cornelius Castoriadis

            Un pensador greco-francés que en tiempos autoritarios reivindica la política y la autonomía como valores positivos. Señalado y marginado por sus contemporáneos por ser del mundo militante y declarar el anticlericalismo. Crítico del marxismo, a pesar de su hegemonía ideológica y la adhesión de la mayoría de los intelectuales a esta corriente, y del post-modernismo. Asume el coraje de reflexionar en torno a la transformación radical de la sociedad en un contexto en el que la política se relaciona con el totalitarismo.

            Nace en Constantinopla en 1922 pero debido a la guerra greco-turca la familia se va para Atenas donde Castoriadis estudia economía, historia y filosofía. Sus prácticas políticas inician en su juventud. Rafael Miranda en su reseña al libro Castoriadis, une vie explica lo siguiente: “…la formación temprana de Castoriadis, sobresale la figura de la profesora de francés Maximine Portas, políglota, apasionada por la Grecia clásica y por la filosofía, no obstante su ulterior posicionamiento político cercano a la extrema derecha. Será contrastando con esa postura Castoriadis va adherir, a los 15 años, a la célula comunista de su clase de preparatoria en el contexto de la dictadura de Metaxas, admirador del 3er Reich…”[1]. Castoriadis forma parte del Partido Comunista Griego en Atenas; lucha contra la dictadura de Metaxas y la ocupación alemana. Las circunstancias políticas lo impulsan a emigrar a Paris: “Exilio posible gracias a la obtención de una modesta beca del gobierno francés, en la inmediata posguerra, instalándose a vivir en la ciudad universitaria en Paris. Será en este ambiente en el que conocerá y se ligará sentimentalmente –posteriormente será la madre de la primera hija de Castoriadis, Sparta–, con una militante trotskista Rilka Walter. De todo ello, nacerá la Tendencia Chalieu (Castoriadis)/Montal (Lefort)”[2].

En Paris ingresa al Partido Comunista Internacionalista; intensifica su cuestionamiento al comunismo, estalinismo, trotkismo, marxismo; utiliza seudónimos (Coudray, Cardan, Chaulieu) en sus escritos para dar a conocer públicamente sus reflexiones; crea la Revista Socialismo o barbarie[3] con Claude Lefort donde desarrolla análisis políticos, económicos y critica al estalinismo, trotskismo, leninismo y marxismo hasta que rompe definitivamente con estos. Así declara:

…el reexamen del marxismo que emprendimos no tiene lugar en el vacío, no hablamos situándonos en cualquier lugar y en ninguna parte. Habiendo partido del marxismo revolucionario,  hemos llegado al punto en el que había que elegir entre seguir siendo marxistas o seguir siendo revolucionarios; entre la fidelidad a una doctrina, que ya no anima desde hace mucho tiempo ni una reflexión ni una acción, y la fidelidad al proyecto de una transformación radical de la sociedad, que exige antes que nada que se comprenda lo que se quiere transformar y que se identifique lo que, en la sociedad, contesta realmente esta sociedad y está en lucha contra su forma presente…[4]

Para el filósofo greco-francés advertir que el marxismo adolecía de errores implicó que tomara la decisión de ser un pensador reflexivo, autónomo y abandonar el dogmatismo:

La ruptura con el marxismo –no sólo con los marxismos ni sólo con el marxismo oficial sino incluso con el propio Marx (…) se muestra de particular relevancia en particular respecto a la parte propositiva, “el contenido del socialismo”, es decir respecto de lo que habrá una vez que el capitalismo y el estalinismo sean derrocados. Una puesta en entredicho de la concepción estatista del socialismo que ve en la planificación y en la nacionalización sus principales pilares, serán criticados de manera radical…[5]

            Se convierte en psicoanalista y desarrolla sus propios análisis en esta materia. Se puede indicar cuatro momentos en el pensamiento de este filósofo: 1) La Revista Socialismo o Barbarie, dedicada al análisis político, económico y a la crítica al estalinismo, trotskismo, leninismo y marxismo. 2) Sus desarrollos sobre la reflexión filosófica de la sociedad, la historia desde lo imaginario y la imaginación. 3) El individuo, su psique y lo imaginario. Y, 4) Sus reflexiones sobre psicoanálisis, filosofía y política[6].

Su propuesta: la institución imaginaria de la sociedad

Castoriadis hace un examen detallado del pensamiento antiguo, moderno y contemporáneo para concluir que: 1) No se tomó en cuenta la imaginación y lo imaginario como acciones creativas. Se ocultó el verdadero modo de ser de ambas categorías al presentarlas como campos de falsedad, de verosimilitud, de imitación o copia de. Se dedicó a explorar la imaginación y lo imaginario como fuentes de creación y no como fuente de error. Y, 2) No se tomó en cuenta lo histórico-social como institución donde se materializan las significaciones como producto de la vinculación entre lo imaginario y la imaginación de cada sociedad. Es la autonomía de la institución histórico-social imaginaria lo que diferencia a cada sociedad.

Castoriadis a partir de la ontología de la creación, la filosofía, la política, el psicoanálisis, construye su elucidación de la institución imaginaria de la sociedad que aborda desde la institución instituida, la institución instituyente, las significaciones imaginarias, lo histórico-social, solo por nombrar algunas de sus categorías. La vinculación del individuo con la institución se analiza desde la socialización de la psique como un círculo de formación psico-social, su ruptura y el resultado: la institución histórico-social instituyente. Sus ideas transitan “…la geografía del globo de Australia a América Latina pasando por la Europa del Este y del Oeste, los EU, Canadá, Japón, Irán etc…”[7].

Algunos planteamientos de Cornelius Castoriadis

En el prefacio del libro La institución imaginaria de la sociedad el filósofo greco-francés afirma que “Lo imaginario del que hablo no es imagen de. Es creación incesante y esencialmente indeterminada (histórico-social y psíquico) de figuras/formas/imágenes, a partir de las cuales solamente puede tratarse de «alguna cosa». Lo que llamamos «realidad» y «racionalidad» son obras de ello”[8]. La realidad y la racionalidad son productos de la vinculación de lo imaginario y la imaginación, ambos se manifiestan en un vínculo que se materializa en las creaciones histórico-sociales y psíquicas. Los hechos que aparecen en la dinámica social son la puesta en movimiento de la unión de lo imaginario y de la imaginación. Lo imaginario y la imaginación se manifiestan en las acciones creativas y no en la rigurosidad del pensamiento abstracto. El cuestionamiento de Castoriadis se dirige a mostrar que la teoría pura como una forma de explicación de los hechos humanos y sociales se presenta como la verdad absoluta del desarrollo de la realidad y lo cierto es que la teoría se encuentra distanciada de la praxis efectiva social. El pensamiento se deriva del hacer y el saber se desprende del pensamiento. Hacer-pensar-saber porque de lo que se trata es de un “hacer pensante o pensamiento que se hace”[9]. Una teoría meramente desde la perspectiva lógica no puede dar cuenta de la realidad histórica y social de una institución porque tanto la historia como la sociedad son producto del vínculo de lo imaginario (histórico-social) y de lo psíquico (imaginación). Pertenecen al campo del hacer y por ello refiere al pensamiento político y la elucidación de su imaginario. Los hechos no pueden ser reemplazados por la exégesis de los textos.

Finalmente, para Castoriadis “…desde hace cuarenta años, el marxismo ha llegado a ser una ideología en el mismo sentido que Marx daba a ese término: un conjunto de ideas que se relaciona con una realidad, no para esclarecerla y transformarla, sino para velarla y justificarla en lo imaginario, que permite a las gentes decir una cosa y hacer otra, parecer distintos de lo que son”[10]. El marxismo se ha convertido en un eslogan de los políticos que aspiran llegar al poder para ganar los votos de los más desfavorecidos:

Ideología, el marxismo lo ha llegado a ser en tanto que dogma oficial de los poderes instituidos en los países llamados por antífrasis «socialistas». Invocado por unos Gobiernos que visiblemente no encarnan el poder del proletariado y que no están más «controlados» por éste que cualquier Gobierno burgués (…) el marxismo se ha convertido allí en el «complemento solemne de justificación» del que hablaba Marx, que permite a la vez enseñar obligatoriamente a los estudiantes el Estado y la Revolución y mantener el aparato de Estado opresivo y más rígido que se haya conocido[11].


[1]Miranda, Rafael, “Reseña” del libro Castoriadis, une vie, por François Dosse, Editions La découverte, Paris, 2014. Recuperado de: https://periodicos.unifesp.br/index.php/prometeica/article/view/1597/908

[2]Idem

[3]“La larga lista de encuentros y desencuentros sentimentales de Castoriadis con Walter -y de cada uno por su lado-, su afición por los juegos de azar, no obstante su condición económica precaria (…) Esa situación se va a modificar radicalmente al ser Castoriadis contratado en 1948 como economista, de lo que hoy es la OCDE. Ese cambio radical traerá también importantes consecuencias en el colectivo, que en el 1949 había derivado de la Tendencia Chalieu/Montal, al grupo y la revista Socialisme ou barbarie financiado, en importante medida, por el sueldo de Castoriadis”. Idem.

[4]Castoriadis, Cornelius, La institución imaginaria de la sociedad, Buenos Aires, Tusquets Editores, 1ª ed., 2013, pp. 25 y 26.

[5]Miranda, Rafael, “Reseña” del libro Castoriadis, une vie, cit.

[6]“… pueden distinguirse muy esquemáticamente cuatro grandes etapas en la historia intelectual de Castoriadis: la primera, la de Socialisme ou Barbarie, hasta 1967 (…) exclusivamente dedicada (…) al análisis político y económico (…) Los años 1967-1980 fueron de La institución imaginaria de la sociedad (1975), como también del primer volumen de Las encrucijadas del laberinto (1978), que aportaba complementos importantes a la primera obra sobre puntos esenciales: psique, lenguaje, naturaleza de la actividad científica (…) El período 1980-1990 fueron los años de elaboración no sólo de La creación humana, que menciona por primera vez en el prefacio (1985) de Los dominios del hombre, sino también de otra gran obra inacabada, El elemento imaginario (anunciada en 1974 en el prefacio de La institución imaginaria de la sociedad, y prevista también en 1989, en la advertencia de El mundo fragmentado) (…) Castoriadis aprovechó para tratar, según dice, de echar luz sobre [su] recorrido y sus principales resultados, esbozando al mismo tiempo nuevas interrogaciones. Y a esta doble tarea dedicaría sus dos últimos años: encontraremos indicaciones, fragmentarias desgraciadamente, en algunos textos de Hecho y por hacer (1997): “Pasión y conocimiento” (1991), “De la mónada a la autonomía” (1991), “La construcción del mundo en la psicosis” (1992), “Psicoanálisis y filosofía” (1993-1996). Y, claro está, en el contenido de los últimos seminarios”. Castoriadis, Cornelius, Sujeto y verdad en el mundo histórico-social. La creación humana I. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1ª ed., 2004, pp. 8-10.

[7]Miranda, Rafael, “Reseña” Castoriadis, une vie…, cit.

[8]Castoriadis, Cornelius, La institución imaginaria de la sociedad…, cit., p. 12. 

[9]Ibid., p. 13.

[10]Ibid., p. 20.

[11]Idem