Apología de Franklin Brito

María Eugenia Cisneros Araujo

Candidato a Doctor en Filosofía (Universidad Simón Bolívar), M.Sc. en Filosofía y Ciencias Humanas (Universidad Central de Venezuela), Abogado (UCV), Lic. en Estudios Internacionales (UCV), Lic. en Filosofía (UCV), Jefe del Departamento de Teoría e Historia de la Filosofía, Instituto de Filosofía-UCV.

¿Quién puede estar sereno en un país cuando ambos, gobernantes y gobernados carecen de principios?

“La esclavitud en Massachusetts”

Henry D. Thoreau

De Franklin Brito

            El 30 de agosto de 2021 se cumplieron 11 años de la muerte de Franklin Brito. De un investigador apasionado por la agricultura que estudió biología en la Universidad Central de Venezuela, se fue a vivir con su familia para el Guarataro cerca del terreno que había comprado en Iguaraya para dedicarse a sembrar y decidió oponerse al poder opresivo ejerciendo la huelga de hambre.

            Faitha Nahmens en su libro Franklin Brito. Anatomía de la dignidad[1] describe detalladamente el caso de Brito. La historia comienza por el ataque de una plaga a las siembras de ñame. Franklin Brito da con la solución del problema mediante una vía ecológica y económica que fue asumida por el Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas (INIA) y aprobada por la Corporación Venezolana de Guayana. Esta decisión dejaba por fuera la propuesta realizada por el Alcalde del Estado Bolívar Juan Carlos Figarella.

            Franklin Brito y Elena de Brito fueron despedidos de los liceos públicos donde trabajaban sin que se les reconociera sus derechos laborales; el Instituto Nacional de Tierras (INTI) le quita una cantidad de tierra que les pertenece como propietarios y se la concede a vecinos que colindan con su finca; estos vecinos le impiden la entrada a su propiedad; Chávez haciendo uso de la Ley Habilitante inicia la reforma agraria, da poder discrecional al Instituto Nacional de Tierras, se instaura la era de la repartición de las cartas agrarias, la propiedad colectiva y la expropiación; las tierras se reparten porque no son productivas y no tienen propietario. Pero los Brito son propietarios de su tierra y es productiva.

            Franklin Brito denuncia todos estos hechos ante los tribunales requiriendo el Estado de Derecho y el debido proceso para mostrar la injusticia de la que están siendo objeto él y su familia; solicita una decisión jurídica acorde a las leyes y al marco constitucional que resuelva la situación. Le denegaron la justicia, no hubo respuesta en el Estado Bolívar, tampoco en Caracas.

            Ante estas circunstancias, Franklin Brito, se opone al poder opresivo, ejerciendo la huelga de hambre. La huelga de hambre es una forma de desobediencia civil que consiste en la decisión voluntaria de no ingerir alimentos con el fin de presionar al que comete los actos injustos para que atienda a sus demandas.

De la desobediencia civil

Henry David Thoreau[2] en su ensayo Del deber de la desobediencia civil afirma que “…el mejor gobierno es el que no gobierna en absoluto; y cuando los hombres estén preparados para él, ese y no otro será el que tendrán”[3]. Sólo cuando los individuos y la sociedad estén preparados no necesitarán que los gobiernen. ¿Qué significa que los seres humanos estén preparados para una forma de institución social que no gobierne en absoluto? Implica que cada uno de nosotros, como individuos sociales, hemos decidido emprender el arduo y doloroso camino de forjarnos nuestra propia conciencia. Y con ello, la construcción de nuestra libertad y autonomía como una práctica cotidiana de la vida como estética. En este sentido, cada uno de nosotros representaremos las imágenes vivas del llamado a la justicia y el rechazo contundente a la opresión. El pueblo es quien elige su modo de gobierno para que éste actúe según su voluntad; pero generalmente el poder no se rige ni respeta el querer del pueblo. Su inclinación es al abuso y la perversión en el ejercicio del dominio, por ello, para mantenerse en el mando recurre a la fuerza.

El escritor estadounidense aboga por una institución digna de respeto por parte de los ciudadanos. Ese Estado surgirá de las acciones de los ciudadanos, se es primero ser humano y luego súbdito. Los individuos mediante sus actos son los que hacen que las instituciones los respeten. Esto se logra comportándose en la cotidianidad según los dictados de su conciencia.

La mayoría sirve al Estado como simples máquinas, autómatas. Y el escritor norteamericano se refiere a aquellos que de alguna forma se encuentran a merced del Estado: el ejército, la milicia, policías, abogados, legisladores, jueces, políticos, clérigos, funcionarios, burócratas.

Nunca aprenderán los hombres que la política no es la honradez, y que jamás dictamina como justo lo moral sino que simplemente se guía por lo que es útil […] Lo que se necesita son hombres no políticos, hombres íntegros que reconozcan que existe una ley superior a la Constitución o a la decisión de la mayoría. El destino de un país no depende de cómo se vote en las elecciones, el peor hombre vale tanto como el mejor en este juego; no depende de la papeleta que introduzcas en las urnas una vez al año, sino del hombre que echas de tu cuarto a la calle cada mañana[4]

Sólo unos pocos individuos apasionados por su libertad como condición humana se resisten a servir a un Gobierno que abusa del ejercicio del poder que le ha sido concedido por la mayoría.

Los individuos tienen el derecho y el deber a oponerse a un gobierno opresivo e injusto. El derecho a no obedecer a una institución política ilegal, ilegítima e injusta, se fundamenta en el deber que tiene cada individuo y la mayoría, según los dictados de su conciencia, de rescatar el Estado de derecho, justicia y libertad.

La desobediencia civil es un derecho que se fundamenta en el deber de ejecutar los mandatos de la conciencia. Esta forma de resistencia lucha por el rescate de los principios, la virtud, la moral como formas de socializar nuevamente a la institución política. En este contexto, la ética es el marco referencial del desarrollo de lo político. La libertad resistiendo el abuso de poder. Para que esto ocurra, los individuos deben tener claro lo siguiente: “La ley nunca hará libres a los hombres, son los hombres los que deben hacer libre a la ley. Los amantes de la ley y el orden cumplen la ley cuando el gobierno la infringe”[5].

Esa mayoría cuyo comportamiento se asemeja a las máquinas, mediante el saber práctico que reina en la cotidianidad, se da cuenta que se encuentra bajo un gobierno ilegal, ilegítimo e injusto, sin embargo, no emprenden acciones para cambiar esta condición. Darse cuenta que el poder establecido está corrompido y negarse a hacer algo por cambiar esa situación, constituye una forma de cooperación con la institución política arbitraria. Incluso esperan que sean otros los que actúen, mientras ellos como espectadores pasivos, contemplan la proliferación de injusticias. En esa inacción se les va la vida cómodamente viendo televisión, criticando en conversaciones con otros la situación del país, destacando los hechos contrarios a la ley y la justicia, entre twitter, whatsapp, facebook, instagram, youtube, solo se limitan a quejarse. Sólo caminarán para depositar su voto cuando les toque hacerlo. En palabras de Thoreau:

…Son miles los que por opinión se oponen a la esclavitud y a la guerra y que, sin embargo, no hacen nada para ponerle fin […] siguen sentados con sus manos en los bolsillos y dicen que no saben qué hacer, por lo que no hacen nada; quienes posponen incluso la cuestión de la libertad a la del libre comercio, y que tranquilamente se informan de los precios actuales del mercado junto con las últimas noticias de México, después de comer, y hasta que puede que terminen por dormirse en el empeño […] Dudan, vacilan, se lamentan, y en ocasiones, piden; pero no hacen nada seriamente y de efecto. Esperarán, con la mejor disposición, a que sean otros quienes remedien la maldad para que ellos no tengan que seguir lamentándose de su existencia. A lo más darán su voto con descuido y una salutación de adiós al justo, cuando éste pase por su lado…[6]

Un gobierno arbitrario se mantendrá mientras los individuos permanezcan en contradicción entre su conciencia y su existencia. Mientras lo apoyen y colaboren el gobierno permanecerá. El planteamiento de Thoreau se ubica en la acción ética: ante un gobierno ilegal, ilegítimo e injusto ¿qué haremos: lo obedecemos o desobedecemos? El mencionado autor es enfático:

Si la injusticia forma parte de la necesaria fricción de toda máquina de gobierno […] de naturaleza tal, que requiere de vosotros como agentes de injusticia para otros, entonces os digo: Romped la ley. Que vuestra vida sea una contradicción que detenga la máquina. Lo que hay que hacer […] es no prestarse a servir al mismo mal que se condena…[7]

Ante un gobierno injusto y arbitrario hay que desobedecer, es decir, no cooperar, no apoyar, no colaborar. Tanto el individuo como la mayoría tienen el deber de ejercer la desobediencia civil ante un gobierno tiránico: “…cualquier hombre que sea más justo que sus vecinos, constituye ya una mayoría de uno”[8].

No hace falta la violencia, los enfrentamientos armados para transformar al gobierno ilegítimo e injusto. Basta con que la mayoría no coopere con el sistema represivo. Esto incluye a todo tipo de individuos: militares, policías, funcionarios públicos, jueces, abogados, empresarios, clérigo, entre otros. Pero si esa mayoría prefiere seguir colaborando y no ejercer alguna acción de resistencia, entonces, igualmente, como individuo aislado de esa mayoría siguiendo los preceptos de mi conciencia tengo el deber de desobedecer. La mayoría obedece por el miedo a las consecuencias que pudiera sufrir su persona o familia por oponerse al poder. Es más cómodo y fácil que maten o pongan en prisión a otros por hacer lo que me corresponde también realizar a mí: oponerme a un gobierno injusto.

Según Thoreau, el Estado, en uso de la fuerza, busca someter a los individuos y la sociedad por sus sentidos y el cuerpo. No lo ataca por su lado intelectual y moral. Por consiguiente, que cada individuo juzgue por sí mismo cuando debe ejercer su derecho al deber de resistirse a un Estado cuyo programa político está basado en lo ilegítimo.

Franklin Brito, un apasionado por la libertad

            Franklin Brito mostró que un Estado no puede ejercer más derecho sobre mi persona y propiedad que el que se le ha concedido. Como un individuo aislado de la mayoría emprendió el deber de la desobediencia civil para dejar constancia que cada uno de nosotros somos imágenes vivas del llamado a la justicia y el rechazo a la opresión, luchó por sus derechos, por el debido proceso, por el Estado de derecho. No se doblegó. Se mantuvo firme en sus principios, convicciones, ética, a pesar que su vida estaba expuesta a la muerte. Franklin Brito representa la unidad y coherencia entre su conciencia y acción. Y con esto muestra que la libertad política es manifestación de la libertad como condición humana.

            A esta fecha 2021 la injusticia cometida contra la familia Brito sigue presente. Y es que: “El verdugo protege a una justicia ciega con una obediencia supranormal. En nombre de la Ley, la muerte. En nombre de la patria, la tortura…”[9].


[1]Cf Nahmens, Faitha. Franklin Brito. Anatomía de la dignidad. Caracas, CEDICE Libertad, 1ra edición, 2020.

[2]Cf. Thoreau, H.D., La desobediencia civil. Barcelona, Ediciones del Cotal, S.A., 2a ed., 1979.

[3]Ibid., p. 345.

[4]Thoreau, H.D., “La esclavitud en Massachusetts”, en Desobediencia civil y otros escritos. Madrid, Editorial Tecnos, reimpresión, 2008, p. 72.

[5]Ibid., p. 66.

[6]Thoreau, H.D., La desobediencia civil…, op. cit., pp. 350 y 351.

[7]Ibid., p. 355.

[8]Idem.

[9]Jiménez, U. A., “Mito de la muerte”, en Cuentos escogidos. Caracas, Monte Ávila Editores Latinoamericana, 1ª ed, p. 7.