- El ocultamiento de las cifras económicas es con la intención de no validar el impresionante descalabro de la economía venezolana
- La gran depresión venezolana que se remonta realmente al año 2014, no tiene las características de una recesión típica del sistema de libre empresa. Para describir y estudiar el caso venezolano es mejor acudir a la categoría de desastres o catástrofes
- La magnitud y la calidad de la recuperación de la economía, así como su sostenibilidad, no están hoy garantizadas en Venezuela
- Para recuperar el Producto Interno Bruto del año 2013, Venezuela tendría que crecer al 5,5% por 25 años seguidos
- Deberíamos tener a nuestros mejores profesionales al frente de las instituciones públicas, y en contraste los despreciamos por años y lo enviamos al exilio
Haber dejado de publicar las cifras económicas fundamentales por parte del BCV y el INE ha dificultado el seguimiento y análisis de la economía venezolana. ¿A qué factores atribuye usted esa política oficial de no publicar oportunamente las estadísticas?
Tengo la impresión que la desaparición de toda esta útil y valiosa información institucional es con la intención de no validar el impresionante descalabro de la economía venezolana e intentar escapar de una realidad sin dar las más mínimas explicaciones. Esa falta de trasparencia, responsabilidad institucional y rendición de cuentas, muestra el talante negativo y tóxico de quienes gobiernan Venezuela, y si bien esa conducta escapista por un lado pareciera convenirles, en perspectiva es contraproducente para todos, incluso para el régimen. Por ejemplo, cuando el ciudadano no conoce cabalmente cómo evolucionan los precios, se protege frente a la incertidumbre y asume los peores escenarios pujando por incrementos que terminan validando esos peores escenarios, que no se darían si la información oficial fuera cabal y oportuna.
Por otro lado, me pregunto ¿cómo se hace política pública o política económica cuando no tienes información que revele dónde estás?, ¿cuál es tu desempeño, ¿dónde y cómo corregir? Toda esta oscuridad en materia de datos de hacienda pública, balanza de pagos, mercado laboral, actividad económica sectorial y espacial, precios, indicadores socio-económicas, etc, indica que: o hacen política pública a ciegas sin ningún diagnóstico, plan o prioridades, o no hacen nada, puro hablar.
Actualmente hay un debate en Venezuela sobre si la economía se está recuperando tras seis años de la recesión que comenzó en 2015. ¿Considera usted que hay elemento que permitan aseverar que la actividad económica comenzó a crecer?
La gran depresión venezolana se remonta realmente al año 2014, no tiene las características de una recesión típica del sistema de libre empresa, que suele manifestarse en una fase de caída en el ciclo no muy prolongada. Las recesiones no suelen durar 6 o 7 años como es el caso de Venezuela. Para describir y estudiar el caso venezolano es mejor acudir a la categoría de desastres o catástrofes. Ahora bien, los desastres o las catástrofes económicas suelen ser producidas por factores no controlables del todo y muy destructivos como las guerras civiles o internacionales, los terremotos, huracanes o sequias prolongadas. Venezuela curiosamente sin haber estado sacudida por estos factores manifiesta síntomas de catástrofe socio-económica.
Ahora bien, después de caídas acumuladas tan gigantescas como la venezolana, en el orden de 70 o 75 por ciento y por más de 7 años, lo común es observar un gran rebote de crecimiento en términos porcentuales. Es un efecto estadístico que se da cuando empiezas a moverte desde la nada. Los indicadores parciales e imperfectos que tenemos no parecen registrar un rebote importante. En el mejor de los casos una reanimación leve, espacialmente concentrada y sectorialmente muy desigual. Desde el Observatorio Venezolano de Finanzas incluso aún se registra contracción económica durante la mayor parte de este año.
Las cámaras de comercio de grandes centros urbanos recogen recuperación en las ventas, pero las cámaras industriales y de la construcción no sienten aún una reanimación. Así que cualquier dato agregado puede ser engañoso. Si tuviéramos información sectorial y espacial de actividad económica, podríamos hacer un mejor diagnóstico y conjugar políticas que permitan minimizar esos desbalances.
La recuperación va a llegar y no debería sorprender a nadie, es el ritmo natural de todo orden económico. La magnitud y la calidad de esa recuperación, así como su sostenibilidad, si es esencial y eso no está hoy garantizado en Venezuela. Imagínate que para recuperar el Producto Interno Bruto del año 2013, Venezuela tendría que crecer al 5,5% por 25 años seguidos. Ahí hay una meta para un gran acuerdo tácito o explícito y para enrumbar a Venezuela en un proyecto de reconstrucción. Pero las fuerzas políticas del autoritarismo y los extremos son miopes y mezquinas y creen que esto va a superarse con una sociedad dividida y en una guerra política permanente de mediana intensidad. No hay ninguna experiencia de desarrollo en un contexto así.
Dado que ya estamos en los últimos dos meses de 2021 y lo que no se hizo en materia económica en diez meses ya es difícil de hacer en lo que resta del año, ¿Cómo visualiza usted el año 2022 en materia de actividad económica, inflación y tipo de cambio?
Cómo el régimen de Nicolás Maduro no tiene un programa o un plan para enfrentar integralmente la crisis, y se maneja en un contexto de aislamiento, la vía que ha encontrado para no seguir menguando al país es liberar a los trancazos. Una suerte de sálvese quien pueda, sin que se haya modificado ninguna regulación punitiva del todo. Desde luego, ese ambiente de más libertad económica le permite a muchos iniciar emprendimientos, acudir al “cuentapropismo”, y a las unidades productivas formales reinventarse, pero no es una salida ordenada, no hay un acompañamiento del Estado en materia de servicios públicos, así que 2022 será un año de reanimación y de salida de la pandemia con muchas dificultades y arrastrando un pesado lastre destructivo.
Con respecto a la dinámica de los precios, la inflación promedio trimestral en Venezuela está cayendo. Así lo muestran todas las mediciones, incluso las que recientemente publicó el Banco Central. Es lógico que así sea pues la economía se está desmonetizando y las transacciones en bolívares se van haciendo cada vez más inusuales. La política de meterle un encaje bestial a la banca y que ha dejado al país sin mercado de crédito contribuye a ese proceso de desmonetización, con un costo enorme para la sociedad. Todos los tarjeta-habientes en Venezuela perdieron sus líneas de crédito, no son sólo las unidades productivas las lastimadas.
Así que en ese contexto de pérdida gradual de representatividad de la moneda soberana, medir inflación en bolívares ya no será relevante en unos meses, y al establecer el dólar su reinado completo quizás veamos tasas de inflación (en dólares) más bajas. Pero la estructura productiva concentrada y la incertidumbre que uno observa en Venezuela impide vislumbrar un escenario de inflación baja, incluso habiéndose dolarizada la economía. Aquí por cierto debo precisar que en una economía ya muy dolarizada el mercado cambiario también se va haciendo irrelevante.
4. Desde la salida de Jorge Giordani en 2015, claramente no hay una persona o equipo que esté a cargo de la política económica. Se nota la ausencia de liderazgo en materia económica. ¿Usted ve eso como una ventaja o como una desventaja, dado que actualmente Delcy Rodríguez desempeña el papel de ministra de Finanzas, pero pareciera no estar coordinando el resto de las carteras con competencia en materia económica?
Este asunto de las capacidades y competencias profesionales para manejar la gestión pública es uno de los grandes problemas no resueltos de la llamada “revolución bolivariana”. Militares y aficionados manejando ministerios, institutos y asuntos públicos que requieren experticia técnica frente a problemas que por cierto no son menores y reclaman un gran profesionalismo. Deberíamos tener a nuestros mejores profesionales al frente de las instituciones públicas, y en contraste los despreciamos por años y lo enviamos al exilio. La “revolución” se ha descompuesto tanto que ya se reparten entre tribus los cargos profesionales y directivos al interior del Estado y esa gente viene con una clara intención de hacer fortuna y desfalco. El Estado venezolano está destruido por estas prácticas y a Maduro poco parece importarle eso, pues debe mantener a las tribus que lo apoyan satisfechas, pero no se da cuenta que su gestión nunca podrá mostrar sustantivas mejoras sin una reconstrucción institucional.
Ciertamente tampoco hay un eje o un liderazgo positivo para manejar los asuntos económicos del país y no nos referimos a una persona, sino más bien a un equipo que tenga una visión clara y compartida de cómo salir de la crisis e iniciar la reconstrucción. Hay trabajo profesional muy interesante que está a la espera de ser tomado en cuenta. Ahí está la maravillosa experiencia del Plan País, una iniciativa que conjugo a los mejores en cada área para diseñar una estrategia. Pero la crisis política sigue consumiendo nuestras mejores energías.