- En Venezuela, las elecciones siempre ha sido una competencia de candidatos contra el Estado en su conjunto
- El PSUV recurre al manejo de programas sociales, las inhabilitaciones, el control de medios y al ventajismo para poder ganar
- El voto es la posibilidad de que el ciudadano en el más humilde de los barrios o más remoto caserío pueda protestar y manifestar su frustración y rabia, sin el temor de represalias o represión.
- El autoritarismo se combate con democracia. Es más efectivo un voto que una piedra. Ninguna política de abstención electoral ha generado cambio político. En ninguna parte.
- El único campo de batalla donde gobierno tanto de Chávez como de Maduro ha sufrido derrotas efectivas es en el electoral
¿Cómo ve usted actualmente el estado del sistema electoral en Venezuela, su infraestructura, los mecanismos de auditorías, la logística?
El CNE en su mejor momento tuvo el aparato tecnológico, organizativo y logístico de mejor nivel del Estado venezolano, y por encima de países comparables. Era su principal fortaleza dada su deficiencia en garantizar que los contendientes políticos participaran en igualdad de condiciones. Siempre ha sido una competencia de candidatos contra el Estado en su conjunto. Afortunadamente los ciudadanos con su vocación democrática podían nivelar el juego. En la actualidad, si bien es innegable que el sistema electoral no ha podido escapar a la crisis nacional, también es cierto que buena parte de esas fortalezas operativas se han mantenido, y esta nueva gestión de los rectores ha emprendido un acelerado proceso de mejoramiento del musculo institucional luego del desastre que dejo la administración inmediatamente anterior, designada el año pasado por el TSJ, salvo honrosas excepciones. El alcance del Registro Electoral ha mejorado, las auditorías han venido confirmando la robustez técnica del sistema de votación en cuanto a fidelidad con la voluntad de cada elector, la celeridad y seguridad de la encriptación y transmisión (todavía faltan auditorías técnicas por realizar), y la preservación del secreto del voto. Por eso el PSUV se ve obligado a recurrir a su manejo de programas sociales, las inhabilitaciones, el control de medios, y el ventajismo general para tratar de compensar el desánimo de sus votantes profundamente descontentos por la terrible gestión tanto de Maduro como de sus mandatarios regionales. De lo qué hay que estar pendientes es que no tome el control de las mesas de votación. Mesas sin testigos de oposición, posibilitan que pongan supervisores del voto.
La mayoría de los partidos de la oposición decidió participar en las regionales del próximo 21N. ¿Qué debería significar eso para el país?
La posibilidad de recuperar el único campo de batalla donde gobierno tanto de Chávez como de Maduro ha sufrido derrotas efectivas. La posibilidad que los partidos vuelvan a recuperar sus estructuras y músculo interno de cara a las venideras elecciones presidenciales. La posibilidad de retomar el camino que nos aleja de lo que más odian y temen los regímenes marxistas, el voto ciudadano. La posibilidad de que el ciudadano en el más humilde de los barrios o más remoto caserío pueda protestar y manifestar su frustración y rabia, sin el temor de represalias o represión. Nunca se debió abandonar este camino. El autoritarismo se combate con democracia. Es más efectivo un voto que una piedra. Ninguna política de abstención electoral ha generado cambio político. En ninguna parte.
¿Qué cree que falta por alcanzar en materia de confianza en los procesos electorales transparentes y justos, en la reconstrucción del voto como ejercicio ciudadano?
Si al diseño electoral actual se le agrega la capa de participación ciudadana como testigos, observadores, miembros de mesa y movilizadores, que depende por entero de los partidos y el concurso de la sociedad civil, tendremos elecciones transparentes para todos. Elecciones justas nunca hemos tenido. En el 2007 cuando el referendo para modificar la Constitución e implantar constitucionalmente un modelo socialista, la campaña del bloque del SÍ fue una campaña de todo el Estado, y su músculo logístico, económico y coercitivo contra el bloque del NO. Y a pesar de eso se le ganó. Así se han ganado gobernaciones, alcaldías, Capriles estuvo a décimas de ganar (una semana de campaña más y hubiese obtenido un triunfo indiscutible), el parlamento nacional, etc. El propio Guaidó fue reconocido como presidente interino por un conjunto de países, porque participó en las elecciones en las que la abrumadora maquinaria del Estado intento, sin éxito, inclinar la balanza a favor del PSUV. El 21 de Noviembre toca dar otra batalla contra el ventajismo del Estado.
¿Cuál debería ser la ruta que en materia de elecciones debería darse en la mesa de negociación que se está dando en México?
En México no está en agenda discutir las venideras regionales. De modo que lo que corresponde es discutir cronograma y garantías del resto de los comicios: presidenciales y parlamentarias, además del resto de los puntos acordados entre las partes.