Economista UCV. Profesor de Economía Unimet
El petrolero es tal vez el mercado más volátil que existe, por lo cual es difícil predecir su comportamiento. Hasta hace unos meses, los fundamentos del mercado petrolero estaban bastante estables. No obstante, la invasión rusa a Ucrania cambió notablemente este panorama. Y es que, cuando uno de los principales exportadores de energía del planeta invade un país vecino y la demanda de parte del crudo y gas que produce empieza a ser sancionada, indudablemente la incertidumbre se apodera del mercado, con los efectos que bien hemos observado en estas últimas semanas.
El conflicto bélico está teniendo efectos directos e indirectos (negativos) en el PIB global. El aumento en los precios de la energía y de los alimentos golpea a los sectores más pobres de la población, además de producir reacomodos en los presupuestos empresariales y de los hogares, generando menos gastos en consumo e inversión para poder mitigar otros gastos que crecen, como el de la energía.
Se esperan que los efectos negativos de la invasión empeoren en las próximas semanas. La Agencia Internacional de Energía pronostica que en abril podrían quedarse unos 3 millones de barriles diarios de petróleo ruso sin destino, mientras los elevados precios tendrán como consecuencia una disminución en la demanda petrolera en cerca de un millón de barriles diarios. Los inventarios en la OCDE cubren 57 días y hace un año estaban en 70 días. El mundo no estaba preparado para este shock en el suministro mundial de petróleo. Recientemente, Estados Unidos ha anunciado una acción sin precedentes para liberar un millón de barriles por día por los próximos 6 meses, unos 180 millones de barriles, lo que equivale a un poco más del 30% de su reserva total, lo que la llevaría a que, al cabo de esos 6 meses, la misma alcance su menor nivel desde 1984. Otros países miembros de la AIE discuten posibles acciones para dar estabilidad al mercado petrolero internacional. Y es que, de no lograrse un acuerdo de paz pronto, la situación se tornará complicada para varios sectores de la economía mundial, lo que se traduciría en menos crecimiento económico y aumento de la pobreza. El mismo Estados Unidos ha tratado de convencer a países como Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Irán de que incrementen su producción petrolera, pero al igual que a lo interno con las empresas petroleras las que dicen tener problemas para lograrlo, entre otros por medidas ambientales.
Actualmente ocurre una reconfiguración en el mercado energético, pero ya no solo en la matriz energética sino también entre países. Muchos países europeos buscan alternativas para cambiar de proveedor energético, ante la “toxicidad” de mantener relaciones con Rusia.
Para Venezuela toda esta situación implica oportunidades, pero también desafíos. Sin lugar a dudas, la salida de crudo ruso del mercado petrolero, pero sobre todo del mercado norteamericano, abre posibilidades para el regreso del petróleo venezolano al que es su mercado natural: el de los Estados Unidos, un destino más seguro, más cercano y más rentable. Esto pudiera traer una flexibilización de las sanciones sobre la industria petrolera venezolana, lo que ayudaría a su recuperación. Pero también sabemos que la industria atraviesa un momento muy delicado: su deteriorada infraestructura, su frágil institucionalidad, sus mermadas finanzas, el default de su deuda, las necesarias reformas legales, la fuerte competencia en el mercado petrolero y gasífero (para atraer capitales, maquinarias, personal, etc.), son problemas importantes que ameritan cambios radicales y en el corto plazo. Por si esto fuese poco, ahora Venezuela está enfrentando un inconveniente adicional, Rusia está enviando a Asia parte del crudo que algunos países le han dejado de comprar, ofreciéndolo con importantes descuentos en el precio. Este crudo de muy buena calidad, hoy compite con el venezolano en ese mercado asiático, lo que implica impactos negativos en el flujo de caja de PDVSA, y por lo tanto en la economía.
A Venezuela se le ha presentado una oportunidad importante, sin embargo, hay mucho por hacer para poder aprovecharla. Cada día que pasa y no se logra alcanzar un proceso de reactivación de nuestra industria, son recursos y tiempo perdidos. Ya es un hecho que de los más de 300.000 millones de barriles que tiene el país en reservas, solo un porcentaje muy bajo es lo que vamos a poder extraer. Venezuela tiene el potencial para volver a ser un actor importante en el mercado petrolero internacional, falta la voluntad política para entender que esta oportunidad pudiera ser la última.