Venezuela: Pro y Contras de la Transición Energética

Nelson Hernández. Ingeniero de Petróleo. Master en Gas y Energía. Ha sido profesor en la UCV, USB, UCAB IESA y Unimet,

Venezuela debe publicitar, cuanto antes, a nivel nacional e internacional, su gran potencial de fuentes energéticas no emisoras de CO2.

Muchos aun no lo creen o internalizan, que la transición energética está en marcha y  que es un proceso irreversible que afecta a todos: a nivel local, regional, nacional y mundial. Es la ruta que ha definido la humanidad para contrarrestar el cambio climático, y cuyo objetivo principal es descarbonizar la matriz energética global.  En otras palabras, desplazar de la matriz el uso de los combustibles fósiles, con prisa… pero sin pausa, y sustituirlo por fuentes energéticas no emisoras de CO2, teniendo como fecha tope el año 2050.

La grafica muestra esquemáticamente la transición.  El 1er eslabón de la cadena (Agenda 2030) es la que estamos viviendo. Es una etapa de mucha  incertidumbre,  caos,  marchas  y  contramarchas,  resistencia  al  cambio,  etc.  Se presentan muchas soluciones y vías tecnológicas para alcanzar la transición energética. Países con mayor avances que otros en el divorcio de las energías fósiles. En definitiva es  una  fase  creativa,  de  construcción  y  de  reacomodo  o  adaptación  al  modo  nuevo  de hacer las cosas. El  2do.  eslabón  es  el  correspondiente  a  las  premisas,  lineamientos  y  rutas  basadas    en los  resultados  que  se  van obteniendo  del  1er eslabón. Se  realizan  ajustes  dinámicos  para continuar en la ruta establecida para alcanzar la descarbonización del sistema global de energía en  el  2050. En  este  eslabón  existe  menos  incertidumbre,  tecnologías  más maduras  y  menor  marchas  y  contramarchas y los  países,  ya  se  encuentran  dentro  de  la ruta de la emisión neta cero de CO2.

Por otra parte, y de acuerdo al índice de transición energética 2021 del World Economic Forum, Venezuela ocupa el puesto 111 de 115 países analizado. En otras palabras, Venezuela está realizando poco (… o ningún?) esfuerzo para incorporarse a la transición energética, compromiso adquirido en el 2015 cuando la gran mayoría de las naciones  firmaron la ruta de la descarbonización del sistema energético global. Ahora bien, tal transición tiene aspectos negativos y positivos para Venezuela.

Dentro de lo negativo, y de gran importancia, está la afectación de la industria hidrocarburífica venezolana, la cual ha sido la fuente de ingreso principal de divisas del país por más de cien (100) años. Este aspecto se ve agravado por el estado de deterioro en que se encuentra esta industria venezolana, lo cual limita la maximización de la producción de petróleo y gas en la ventana que tienen los fósiles dentro de la transición energética, que se estima entre 25 a 30 años. Más aun, en la medida que se avanza en el siglo, habrá mayor oferta de petróleo por una reducción en la demanda, lo cual incide directamente en un precio bajo del petróleo. De este marco referencial de los hidrocarburos, se infiere que Venezuela tiene que generar riqueza distinta a la “renta petrolera”, para lo cual es necesario explorar ideas novedosas en otros sectores productivos y de servicios. Al final, lo que se ve como negativo se puede transformar como positivo, si así se desea.

En lo atinente a lo positivo, y que va en línea con la transición energética es el desarrollo del potencial de fuentes energéticas no emisoras de CO2. Venezuela tiene un potencial de 16 TWHD (9 MBDPE) en (hidroelectricidad, eólica, solar, biomasa, undimotriz, geotérmica, H2V), potencial que no se ha publicitado a nivel nacional e internacional, ya que siempre se ha hablado de las reservas de hidrocarburos. Para efecto de magnitud, el máximo histórico de consumo de energía ocurrió en Venezuela en el año 2013 con 1.5 MBDPE (millones de barriles diarios de petróleo equivalente), lo cual indica que el potencial de 16 TWHD (tera vatios hora diario), puede satisfacer teórica y holgadamente la demanda futura energética en Venezuela.

Como corolario podemos indicar que:

  • La maximización de la producción petrolera y gasífera (en la ventana que aún le queda a los fósiles), la recuperación y expansión hidroeléctrica, el desarrollo de energías renovables, y la producción de hidrógeno verde, permitirían el desarrollo de una nueva infraestructura en todo el país, atracción de inversiones, creación de nuevas empresas, nuevas fuentes de empleo e innovación tecnológica.
  • Aprovechar la transición energética para convertir a Venezuela, durante las próximas décadas, en un centro energético sustentable de carácter mundial, con capacidad de exportación tanto de hidrocarburos, como de electricidad a partir de fuentes renovables e hidrógeno verde, debe ser el objetivo a alcanzar.